miércoles, 18 de junio de 2008

La Catedral Sumergida


Es increíble lo que pueden evocar las palabras. Lo que pueden llegar a hacernos sentir, no sólo por medio de los recuerdos vividos, sino que nos pueden llegar a "hacer" vivir en ese preciso momento algo que nunca imaginamos...
Pero a veces, las palabras van más allá. Creo que ese era el sentido de la creación para Claude Debussy. Ahora comprendo por qué él insistía en que era un compositor simbolista, y no impresionista, como se le tildó en la época, después la cual seguiría marcado para siempre.
Para Claude Debussy, las palabras importaban tanto como la propia música. No componía para que su música se pudiera traducir en poesía, ni en un lienzo, no; él componía a partir de una poesía, o un cuadro. No es un idioma lo que él expresa con su música: es la sensación provocada por "algo".
Quizá muchas veces su música se torna ingenua, no sólo para el oído, sino para la forma en la que está compuesta; ingenua porque componía en base a ese momento, sin parase a pensar, sin darle vueltas, sólo su sentir.
Otras veces, su música es de un tempestuoso muy particular, amable pero grandioso; otras, la intriga y el misterio hacen aparición en un momento en el que nos quedamos pensando...
Y otras... otras aparece la ternura, sin adjetivos. La más indescriptible sensación de amor incondicional: la ternura.
A veces pienso si Debussy no era de otro planeta. Cómo era capaz de plasmar de tal manera sus sentimientos... capaz de evocar paisajes a través de su sensibilidad. Creo que en el fondo no era consciente de ello. Su sentir era tan coherente que sólo le hacía falta componer con ese sentimiento, obviando la técnica tan perfecta a la hora de componer.
Los títulos de muchas de sus obras son totalmente evocadores. Pero al escuchar la música escondida tras esas palabras, se desnuda el alma de las letras, los cuadros...y del hombre que las compuso.
Cada título de las obras que escuché es como un regalo para mí; es vivir en ese preciso instante lo no vivido, lo vivido por otra persona, mucho tiempo atrás. Y, al mismo tiempo, cada vez que se vuelve a escuchar esa obra, se añade un sentimiento nuevo, lo vivido...
¡Obras vivas!
Disfrutad de estos títulos; merece la pena imaginarlos, pero, sobretodo, escucharlos:

Preludio a la Siesta de un Fauno

Claro de Luna

La Chica de los Cabellos de Lino

El Pastorcillo

Reflejos en el agua

La Mar

El Palacio del Silencio

El Rincón de los Niños

Los sonidos y los perfumes se mezclan en el aire de la tarde

...La Catedral Sumergida...