sábado, 18 de abril de 2009

Pues sí...

Pues sí, otra vez.

Y la verdad es que no sé qué contar. Como siempre.

Bueno, sí, pero no quiero, ¡jaja! Lo mío es un poema.

En qué punto un músico odia la música, digo yo. Y lo más triste es que no odio la música, odio otros aspectos, o lo que es lo mismo, la vida real. Porque, acorde con mi manera de ser (que parece que vivo en una puta película), escogí la profesión perfecta, ya que la música es mi vocación, algo para lo que he nacido. Pero no.

Es mucho más duro tener que sobrellevar algo tan grande como lo es la música para mí en un mundo de mierda. Pero ya no sé si el mundo de mierda me lo invento yo o es que realmente es una reaaal mierda.

Y ya ni siquiera toco. Ya he perdido toda la ilusión, finalmente. No sé por qué ya no me levanto del suelo, cambio las cosas y me pongo a estudiar al día (añadiendo a esto pagar también todas las facturas, o comprar una aspiradora, o dejar de fumar…), porque realmente mi vida cambiaría si tuviera un arreglo mental. Es muy injusto escribir lo que escribo, lo sé, lo tengo todo, y podría tenerlo todo. Pero la cuestión es… me he quemado. Cada día me levanto pensando en la misma mierda, por qué dije “sí” con mis doce añitos a la música, sabiendo lo que implicaba (creedme que fue duro), por qué todo el mundo me ha machacado siempre, por qué no tuve la cabeza fría para no caer en las putas presiones, por qué no puedo ser WonderWoman.

Y cada vez hago las cosas peor. Como siempre he hecho, esperar a una revelación. Pero esta vez ya no va a haber más. Ya estoy hasta los cojones de las revelaciones. Estoy harta de tener que cargar con una vida que parece sacada de un cuento, de tener la impresión de que es algo especial. Quiero ser normal, estoy harta de tener que escribir para desahogarme, de la música que escucho, de mi percepción de las cosas, de mi sensibilidad, de mi piel y de tantas chorradas. Si pudiera nacer de nuevo, escogería ser cajera de supermercado, sin más responsabilidades que la vida real, que es para todos, y es bastante dura, por cierto. Pero ya es tarde para cambiar. La verdad, no sé a dónde voy a llegar con esto, se me está haciendo demasiado duro. ¿Pensar en dejar la música? No, gracias. No soy capaz de hacer nada más.

Me gustaría seguir escribiendo en este punto, pero realmente no hay nada más que decir. Qué triste.

Pero tranquilos, que no es ninguna “carta de despedida”, ni chorradas de esas. Simplemente es la verdad en cueros. Y ahora sí, debería volver a sentirme culpable por muchas cosas, nada de palmaditas a la espalda. A ver si tocando fondo salgo sola. O no.