viernes, 12 de septiembre de 2008

Corazón de Jamón


Tanto tiempo... y aquí me encuentro, escribiendo en un cibercafé, al son de una música entre tecno y pop ochentera...

Estoy en Helsinki. Al final me "cogió" el profesor sin conocerme de nada, sólo de una prueba de quince minutos, quince... que me valen la vida.

He alquilado un pequeño apartamento cerca del centro, vivo sola otra vez (qué bien sienta, después de este tiempo, volver a encontrarse con una misma), y de momento las cosas me van demasiado bien: la ciudad me gusta, la gente también, la academia, el profesor... estoy tan agusto que apenas he reparado en pensar acerca de lo raro que es eso, que me encuentre en otro país, cambiando de vida (completamente) y habiendo dejado tantas cosas atrás... como mi corazón de jamón, que le echo de menos demasiado... y en la distancia me enamoro de él cada día.

Ayer por la noche estaba cenando una ensalada de estas que están ya hechas, al son de Nora (Co) Jones, y veía el piso a través de la ventanita de la cocina americana; fue entonces cuando reparé en lo agusto que me encuentro aquí, y que parece que lleve mucho tiempo viviendo aquí; cierto es que aún no ha llegado el clima duro, pero aparte de eso, tengo la extraña sensación de haber vivido ya aquí. Quizá sea un vago recuerdo de San Sebastián, o de Madrid (bueno, de Madrid... poco me acuerdo, sólo de mi piso y de la ciudad, pero la mayoría de recuerdos los borré, no porque haya querido, sino porque cierta persona me ayudó a ello, es como una especie de mecanismo de defensa, jajaja!), pero no; mi vida ha cambiado, no sólo porque haya cambiado de escenario de nuevo, sino porque yo he cambiado. Ahora leo entradas anteriores, o pillo el diario de casa y me echo a reír. Todo el dolor que había, la incomprensión, ha desaparecido, pero porque lo he llegado a comprender. Podría seguir como antes, podría seguir siendo infeliz, culpándome por cada cosa que hago, llena de miedos y de inseguridades, pero ya no. El truco: mirar al suelo, tragar, aceptar y continuar. Por lo menos ya veo venir de frente los errores. Si tengo que caer en alguno, será porque así debe de ser. Pero al menos estaré más tranquila.

Sí, creo que así me defino ahora: tranquila. Porque sé que todo saldrá bien, porque todo "sale" bien, y es porque por fin hago las cosas como debo en el momento. Y es por eso que la vida me sonríe cada día un poquito más. Como le dije a mi corazoncillo: el momento justo y el lugar justo... ¡el precio justo! ¡Jajaja!

Bueno, me voy despidiendo ya, que he de ir a clase, qué bien suena eso, por dios...

Un beso de tu melón.