miércoles, 28 de mayo de 2008

Lágrimas de papel secas al sol


Es lo primero que se me vino a la cabeza un día después de la siesta, hará tres años. No sé por qué me desperté con esa frase en la boca, pero el caso es que a colación de esa frase empecé a enlazar sentimientos, pensamientos... bastante espeso. Todo muy oscuro, dramático, surrealista... Ayer lo recuperé de un cuaderno perdido que tenía en la otra casa, en la deshabitada, a la que acudo con relativa frecuencia a pasar un fin de semana, a estar tranquila, o a salir de fiesta sin que nadie me controle, ¡jajaja!
El caso es que refleja a la perfección ese momento clave en el que peor me encuentro, un momento intemporal. No sé cómo tuve ese momento de brillantez, de claridad. Hoy en día soy incapaz de escribir así, lo único que hago es bloquearme. Pienso que debo escribirlo, por mí, por la gente que se sienta igual, porque es increíble la fuerza que transmite, la verdad de desnudar un alma. Aquí os la dejo...

-Lágrimas de papel secas al sol-

Nada. No siento nada. Ni el contacto con las cosas, ni un estado anímico. Desinflada como una pila gastada. Es, y dejo que sea. Ya nada se puede hacer. Y esto me asquea. Sí se puede hacer. Puedo cambiar, pero no quiero. No me acostumbro al mundo, va demasiado rápido. Sólo tolero mi soledad, no me gusta nada más, no me fío de nadie, me gusta pasear sola... Nada me perturba, ni siquiera los compañeros entrando a sus habitaciones, o el ruido del ascensor. Sólamente te das cuenta de que existes cuando suena el teléfono; es entonces cuando respondes con una voz que no es la tuya, te sorprende... y ya no sabes si quieres hablar, o no. Te disipa esa conversación. Tu estado pierde su esencia, se evapora, sin más. Y es entonces cuando te quedas vacío, y no aprendes, y vuelves a las andadas. Lo sabes, y te sientes mal.
Te das cuenta de lo simple que eres, y te asquea. Todas las lágrimas vertidas eran reversibles, de poner y quitar, de usar, secar y volver a usar. Son las que nunca fallan. Son incomprensibles: lloras más cuando menos sabes por qué lloras, y te hundes, y piensas en tu vida, simple y llena de errores, y es entonces cuando los ojos se te desbordan, y sobretodo, cuando te das cuenta de que estás tan atrapado que tienes que escribirlo, de que sólo lo puedes compartir contigo, de que ya no confías en nadie; te sientes perdido y confuso... y lo triste es que te gusta. Como la pescadilla que se muerde la cola.
En esta vida, la salvación es la esquizopfrenia.
Y después de esto, a la cama y hasta mañana a las ocho con un bizcocho más contenta que unas pascuas. Hasta que tengas tantos látigos marcados en la espalda que te apenes de tí mismo y reaparezcan las lágrimas de papel secas al sol.
Es todo falso. Tú solo te fustigas. Te flagelas. Los otros te ayudan, pero tú tienes la culpa, aunque se la eches a los otros, aun sabiendo que no es verdad. Y te sientes sucio. Pero estás tan confundido que ya no sabes si eres tú el que se flagela o son los demás los que te maltratan. Pero no puedes pedir ayuda. Te apenas más, y desconfías. Te hace dudar más, y entonces por eso no aprendes.
La solución sólo reside sobre lo que no tenemos poder de acción. La esquizopfrenia ofrece dos vías: mientras una es, la otra descansa. Y a la inversa. Pero la situación confusa es como una esquizopfrenia de mentira, y te hace sentir mal.
Cuando dejas de mirarte al ombligo, ves una habitación grande y vacía, que a la vez se te hace pequeña, porque te das cuenta de que por más que pides compañía a gritos, nadie va a acudir, y ya, el tamaño te da exactamente igual. También ves un best-seller en la mesita. Una puta mierda de libro gordo con tapas horteras que no leerás en tu vida. Sólo leíste las treinta primeras páginas y ya no podías más del empalago y la superficialidad. Ves el reloj: las doce menos veinte. Bah, en dos minutos estoy en la cama...
Y en esto que oyes el camión de la basura. Coño, el mundo exterior. Piensas en la vergüenza delante de tus compañeros de residencia simplemente porque te vean por los pasillos y seas más pequeño que ellos, o más amable. Después piensas en tus profesores: ¿son buena gente, son gilipollas, son sinceros, les importas un carajo? Decides hacerles caso en cuatro cosas.
Después ya no piensas en nada. En el cine americano, en internet, en algún juego de ordenador, en el sexo, en las drogas, las juergas...
Te olvidas de tí. Los ojos se te cierran. Ves el reloj. Han pasado cinco minutos como cinco putas horas. Y relees esto entero para cerrarlo y no volverlo a leer en tu puta vida.
Sin embargo esta es la triste realidad, y esto ocurre todos los días, a todo el mundo. Y pienso que menudo vacío más grande tiene la Humanidad. Mañana me lavaré el pelo y tocaré mucho.
Ahora entiendo por qué nos llaman locos a los músicos: por plasmar todo lo que ocurre en la vida diaria del mundo, que se quiere ocultar a toda costa. Toda la mierda. Como en pintura. Como en escritura. Todos locos.

La carta

Hace años que me enamore por primera vez. Aunque ahora no lo vea así, puesto que me "enamoré" sólo una vez unos años más tarde; es entonces cuando uno aprende a distinguir cuándo es amor y cuándo es, ejem, encoñamiento. Pero en ese momento, en el momento que pensé que me había enamorado por primera vez, nos llegamos a confundir tanto que hacemos del amor otros sentimientos: culpa, rencor, desasosiego, alegría... Hoy sé que aquella vez no fue la primera. Pero no dejo de asombrarme con una carta que escribí, hace no mucho, hablando de ese primer encoñamiento serio. En el blog anterior escribía sobre las dudas que arrastraba desde hacía un par de años... creo que aquí se plantea una de ellas, en forma de carta; no parece una duda, pero era un sentimiento provisional, un sentimiento muy fuerte. Es por eso que me resulta tan peculiar esta carta... Una carta que debí de escribir tiempo antes y haberla entregado a su destinatario. Pero tengo más clase como para hacerlo.
Aquí la transcribo de una pequeña libreta. Es increíble como cambian las cosas escritas a mano, sobretodo a lápiz. Esa sensación de estar pariendo las palabras, de masticarlas...

-La carta-

Anoche tuve un sueño extrañamente feliz. Soñé contigo. Sin embargo, nunca me doy cuenta de que cada vez que sueño contigo en realidad se me hace extraño que sea feliz. Dicen que los sueños nos hablan en metáfora; lo cierto es que la sensación de antes y después de anoche es la misma que la de aquellas noches que pasamos juntos. La misma que provoca el sonido de un lápiz contra el suelo. Un ruido seco, hiriente. Me hace gracia volver a sentir lo mismo después de un año sin verte. Esa sensación de protección que se convierte en nada cada vez que pienso en tí, cada vez que salía por la puerta de tu piso, que se hacía insoportable cuando salía por el portal mientras miraba a tu balcón. Nunca te ví asomado desde aquel cuarto piso sin ascensor. Nunca dijiste nada, y sin embargo, a veces creo que lo dijiste todo. Todo en una caricia. Todo en el último beso que te dí, que aún me repite en la boca. El mejor y peor beso de despedida que pueda dar en la vida sin ni tan siquiera haberte conocido. Sin embargo, creo que me lo diste todo, todo menos lo más importante: tú. Me vendiste el peor recuerdo, el de una hoja en blanco. No te guardo rencor porque me sobra egoísmo. Lo que me duele no es no haberte conocido, sino la forma tan sutil y cruel que tuviste de tirarme a la basura sin leer entre mis líneas. Cada noche me torturo pensando en por qué no te escribí nunca una carta, pero ahora lo sé: porque no te la mereces.
Siempre tuya y mía.
Sobretodo mía.

¿El Dentista 3ª parte?


Pues sí que he tardado... Ya creíais que me había dado un jamacuco en el dentista o algo, ¿no? Pues no, pues no, sigo viva, aunque a duras penas...
Me sacaron las cuatro muelas del juicio sin complicaciones. No me enteré de nada, ni mientras me las sacaban, ni después. Bueno, salvo pedirle un poco más de anestesia para las de arriba, porque llevaban un raizaco que no era ni medio normal. Estuve dopada una semana: un valium justo antes de ir a la consulta, la anestesia, dos nolotiles nada más terminar, infiltraciones de cortisona allí mismo, voltarén, antibiótico y nolotil ampollas durante una semana. Así normal que me fuera al cine ese mismo día...
Mi romance con el dentista aún continúa, un empaste más, problemas con la funda y gingivitis, o lo que es lo mismo, un sacaperras de nunca acabar. Pensareis que igual tengo la dentadura como la de un caballo viejo, pero no. Aparte, con el riñón que me dejo en el dentista...
Bueno, dientes aparte, no presenté el proyecto en febrero. Y tengo mis dudas de presentarlo en junio. Me engaño a mí misma, sí, es triste. Aparte que soy muy torpe para expresarme objetivamente (y más en un proyecto de investigación), soy una vaga redomada. Pero es que me encanta... En fin, a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
También hice un pequeño viaje de tres días a Helsinki, a hacer una prueba en la Sibelius para acceder al máster; no sé cuántas plazas habrá, pero pocas. Nos presentábamos ocho o nueve, todos del lugar, menos yo. Además, no estaba en el jurado el profe con el que quiero dar el máster, y tampoco me conoce de algún cursillo... lo tengo jodido, pero no imposible. Aunque los del jurado se quedaron contentos y tal, me preguntaron por el chelo con el que toco y cosas varias, pero bueno. Hasta mediados de junio no me dicen nada.
Y qué decir de lo de Málaga... va viento en popa. Cada vez tengo más claro que ese es mi sitio; aunque no puedo evitar echar de menos Donosti. Llevo una temporada yendo bastante, me he tenido que quedar un par de veces a hacer noche, volví a encontrarme con mucha gente... y a despejar muchas dudas que arrastraba desde hacía un par de años. También he descubierto que no tengo por qué alimentarme de recuerdos cada vez que piso esa ciudad: aún la vivo, aún me forjo nuevos recuerdos, aún puedo vivir nuevas emociones allí. He descubierto que sigo viva...
Y por lo demás, pues no séee... sigo montando a caballo (ya galopo, y muy bien, por cierto, ¡jejeje!), hmmm las flores del jardín están de un exhuberante precioso, la gata por pocas se me muere, mi pelo ya casi vuelve a tener su color natural, me van a dar vacunas para la alergia, mi madre sigue como una cabra... yo qué sé.
Muchas cosas han pasado. Unas dignas de mención, otras no. Seguramente me reserve las más importantes, pero es porque aún las estoy mascando. Ya irán saliendo poco a poco, cuando vengan "a colación de". Ahora os dejo con otra entrada de blog. Saludos de nuevo...